La decisión, votada por unanimidad en la primera sesión ordinaria del Consejo Superior, otorga a la máxima autoridad la responsabilidad de implementar ajustes presupuestarios y operativos para hacer frente a los gastos de funcionamiento.
Se prevé que los recursos generados se destinen prioritariamente a garantizar las funciones esenciales de la institución.
La medida, según explicaron desde la Casa de Altos Estudios, responde «al complejo contexto nacional que genera desafíos económicos y amenaza el desarrollo académico e investigativo de la universidad».
Días atrás las universidades de todo el país emitieron un documento conjunto alertando sobre la severa crisis económica que atraviesan, con presupuestos congelados y sin garantías de poder mantener los edificios abiertos más allá de mayo o junio.