
El hallazgo fue realizado por los guardas durante sus tareas habituales en las Áreas Naturales Protegidas Punta Bermeja, Caleta de los Loros y Pozo Salado.
Dicha zona, de acuerdo a los estudios geológicos realizados por especialistas de la Universidad Nacional de La Pampa y el INCITAP (instituto de CONICET, La Pampa), fue un ambiente desértico con dunas y numerosos lagos extensos que funcionaban como oasis, y donde concurría la fauna de ese momento.
En el barro de la costa de uno de esos lagos quedaron registradas huellas de casi 40 cm de largo de un animal bípedo que muestran un apoyo en dos dedos del pie, el dedo medio y el lateral (muy parecido a los actuales avestruces africanos).
Las mismas fueron encontradas por el guarda ambiental Andrés Ulloa y durante las tareas de campo brindaron apoyo los guardas ambientales Juan Siguero, Jonatan Ferrara y el poblador local Sr. Sergio Méndez.
El análisis de las huellas confirmó que su edad es de 8 millones de años, perteneciente al Mioceno Tardío época en el que los dinosaurios estaban extinguidos y se la denominó con el nombre científico de Rionegrina pozosaladensis. Se estima que su productor tenía un peso mínimo de 55 kg, por comparación con huellas de aves actuales.
Este tipo de huellas fósiles no se conocen en ninguna parte del mundo y sólo tienen algún grado de comparación con aquellas de dinosaurios carnívoros del Cretácico Temprano (entre 145 y 100 millones de años de antigüedad), que pertenecen al grupo de los deinonicosaurios y usaban una de las garras del pie para dominar a sus presas.
La investigación estuvo a cargo de un grupo de investigadores encabezado por el Dr. Ricardo Melchor con el acompañamiento de la Secretaría de Ambiente y Cambio Climático, y la Secretaría de Estado de Cultura de la provincia de Río Negro.



