
El lunes 29 de abril, la Asamblea Universitaria de la Universidad Nacional de Río Negro aprobó por unanimidad la Memoria Institucional y la Cuenta de Inversión 2024 tras escuchar el balance del rector Anselmo Torres y sus vicerrectores. El informe dejó en claro que, más allá de los esfuerzos internos, la casa de estudios atraviesa una verdadera asfixia financiera.
Torres repasó un año “resiliente al contexto adverso”, en el que la partida de gastos de funcionamiento solo se incrementó un 270 % en julio —luego de la masiva marcha del 23 de abril— cuando la inflación ya rozaba el 500 %. “Eso nos obligó a suspender proyectos previstos y ajustar cada acción para mantener las puertas abiertas”, explicó.
La falta de previsibilidad es la principal inquietud: “Ya no importa si los recursos son pocos o muchos; el tema es si sabemos con qué contamos. Dependemos exclusivamente de la discrecionalidad del Gobierno Nacional, que día a día desdeña lo público, la ciencia y la universidad”, advirtió el rector.
El impacto se siente también en el salario de docentes y no docentes, que perdió 80 puntos de poder adquisitivo desde la asunción del actual gobierno, pese a aumentos que apenas superaron el 90 %. A esto se suma la confirmación de que no habrá nuevas incorporaciones de investigadores del CONICET, lo que pone en riesgo la continuidad del 30 % de su planta académica.
Frente a este panorama, Torres resaltó que la institución ha impulsado la ampliación de posgrados, mejorado la retención estudiantil y acelerado su digitalización. “Sin recursos, podemos debatir hacia dónde queremos ir y con qué objetivos sociales y territoriales responder a nuestra provincia”, concluyó, agradeciendo la comprensión y el compromiso de toda la comunidad universitaria.



